miércoles, 7 de diciembre de 2016

Travesía Cueto-Convetosa-Cubera (Valle del Asón, Cantabria)

Señalar que estamos en una travesía dura, técnica y con todo tipo de dificultades. En este sentido y para considerar como referencia, la travesía Cueto-Coventosa, realizada por un grupo de dos personas, en el año 2000, supuso un total de 29 horas (incluyendo una parada para dormir de 5 horas), y alguna pérdida. Aprovecho para enviar en saludo a Edi, mi compañero de travesía. En caso de adentrarse en ella prepararla con calma y en condiciones. Encontramos especialmente duro el nivel II, con algunas posibilidades de pérdida. Antes de meterte en esta travesía es aconsejable hacer Coventosa como mínimo hasta el soplador.

Las primeras incursiones de espeleo en el Valle de Asón las hacemos en la década de los 90 del siglo pasado. Entre 1995 y 1998 hacemos varias visitas a sus cuevas. El viaje desde Coruña hasta la zona era toda una odisea, entre 8 y 9 horas por unas carreteras ... que, en invierno, se hacían especialmente duras. El paso por Villaviciosa siempre hacía correr la imaginación de alguno sobre el origen de tan singular nombre. Planificar el viaje y la ruta a seguir suponía una tarea equiparable a la de planificar las actividades de espeleo. Ahora con los GPS y smartphones nos estamos volviendo ... Bueno, y de los coches que llevábamos, ni hablar, auténticos cacharros de segunda o tercera mano. Nada comparable a lo que llevamos ahora aunque, !qué tiempos más maravillosos!.


En aquella época el centro de la espeleo en Cantabria se ubicaba en el localidad de Arrendondo. Nos llamaba la atención la gran diversidad de nacionalidades de los espeleólogos que nos encontrábamos en la zona. En las siguientes fotografías la escuela de Arrendondo, lugar de pernocta. Soy consciente que son pocas fotografías, pero de aquella llevábamos una canon con carrete, y cada fotografía costaba su pasta. También recuerdo las fiestas de Arredondo, o el ir a cueva casi sin dormir.




En esos años hacemos las primeras incursiones en Coventosa, y oímos hablar de una dura travesía que se inicia en las cumbres de la zona, con un gran pozo de 300 metros. Buff, puede que algún día podamos hacerla, pensábamos de aquella. Obviamente en esos años no estábamos para muchas aventuras de ese tipo. Con meternos en Coventosa y cruzar los lagos era más que suficiente.






Aprovecho para enviar un saludo al cabrón que nos desbalijó el coche en nuestra visita a Coventosa en 1996. Al poner la denuncia en la guardia civil de Ramales el expediente pasó a una gran pila de los muchos robos a espeleólogos que se producían en la zona. Éramos blanco fácil. Nuestros coches aparcados en zona no habitada y nosotros metidos en cueva muchas horas. Creo recordar que bastantes años después se pilló en Laredo a un grupo que presuntamente había participado en muchos de estos robos, aunque lo que se llevaron nunca volvió, etc. En este país resulta barato robar.

Después de hacer varias cuevas en la zona, estábamos preparados para la travesía Cueto-Conventosa. Y en el año 2000, en compañía de mi colega Edi, nos metemos en ella. Llevábamos unos grandes manteles de unas topografías francesas, tanto de los pozos, como de los tres niveles inferiores. Metidos en faena, realmente lo más sencillo de todo fue ese gran pozo de 300 metros inicial. Bajar siempre es fácil, o al menos casi siempre. Es una dificultad sencilla y cómoda, aunque las reuniones no dan para mucha gente. Siendo dos  resultan cómodas. Bajábamos en paralelo, uno por la cuerda fija y otro por la de recuperación. Nos íbamos turnando de cuerda. En alguna pequeña repisa, suficiente para poder meter la puntera del pie, el que iba por la cuerda fija aprovechaba para apoyarse y, de paso, hacer sentir la sensación de caída al que iba por la de recuperación. !Qué sensación!. De esa travesía no tenemos fotografías. Le teníamos el suficiente respeto como para minimizar todo lo posible el material a llevar. La cámara de fotos se quedó en casa.

Después de ese gran pozo, en forma de tubo, le sigue una sucesión de pozos de diversas dimensiones, con algún que otro péndulo, hasta caer al nivel superior. En la base nos llamó la atención la gran cantidad de cueras abandonas. Este primer nivel no tenía pérdida. De grandes dimensiones, en varios puntos no se vislumbraba el techo. En otros nos obliga a agudizar los sentidos para identificar, en tal dimensión de galería, el camino a seguir.

Descendemos al segundo nivel y, en este caso, la cueva se vuelve enrevesada. Variados cambios de nivel que nos lleva, en algunos puntos, a embarcarnos. Este es el nivel más complicado, al menos desde mi punto de vista. Aquí nos vemos obligados a parar a dormir, aproximadamente 5 horas, en un canchal (mala elección, pero los ojos no se nos mantenían abiertos). La noche anterior Edi no durmió, estuvo de viaje, y yo muy poco. A cierta hora de la madrugada, íbamos pegando tumbos por este nivel, con bastante sueño, y con zonas de cierta caída. Mejor parar a descansar para evitar riesgos. Un pequeño incidente aquí supondría un auténtico petate, de muchísimas horas, en el ámbito del espeleosocorro. Dormir nos vino bien y pudimos seguir travesía con ganas. Nuestra llegada al soplador nos metió en zona conocida. Ahora sabíamos lo que nos quedaba por delante. Esta dificultad no supuso problema alguno. Descender casi siempre es fácil. Para llegar al pozo que nos deja al inicio del tercer lago de Coventosa. Aquí debíamos tener apoyo para atravesar los lagos. Al llegar nadie nos esperaba. Volvimos a subir el pozo y nos acurrucamos en una trinchera a esperar. Después de aproximadamente una hora llegó nuestro amigo Prego, que nos acercó un bote para cruzar los lagos y salir por Coventosa. Resultó una gran alegría encontrarnos con la persona que, en gran medida, es la responsable de que practique este deporte. Y así finalizo una travesía que llevaba en nuestras cabezas desde hacía bastante tiempo. Una maravilla, sin duda alguna a planificar.

Luego, en la primera década del 2000 fueron varias las visitas a la zona (siguientes fotografías). En estos años compartimos actividades con nuestros colegas del GES Brigantium, GES Ártabros, así como los del EC/DC, en el seno de nuestro nuevo club. A todos ellos, un fuerte abrazo y, aunque a algunos os he perdido la pista, os deseo lo mejor.

































































Y así nos despedidos con una fotografía del nacimiento del Asón, que siempre ha presidido nuestras actividades en este valle. Llevamos muchos años, demasiados, sin visitar la zona. Sin duda alguna es hora de volver a planificar alguna actividad en esta maravilla de Cantabria.



Y en 2018 volvemos, después de más de una década sin pisar Cantabria para hacer espeleo pero, en esta ocasión, llevando a una nueva generación de espeleólogos. Entrada sobre espeleo en Conventosa con niños disponible aquí.

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